‘Ojos que no ven, corazón que no siente’; no cabe duda de que en el caso de las ruinas del Convento de San Francisco de Vitoria, el dicho acierta de pleno. Ocultas como se encuentran entre las viviendas que dan a la Calle Portal del Rey y la Delegación de Hacienda, pocos somos conscientes -a parte de los vecinos de la zona y los trabajadores de la citada delegación- de la lenta agonía que está sufriendo uno de los principales monumentos de nuestra ciudad (protegido por Gobierno Vasco como Zona de Presunción Arqueológica; BOPV nº 129, de 8 de Julio de 1997).
La flecha señala algunos de los trabajadores de la demolición. Fijaos en comparación cuál era la monumentalidad del edificio. |
Ya puestos, podríamos recurrir incluso a otro refrán que dice ‘unos por otros, la casa sin barrer’, para intentar describir en un flash el por qué de que nadie haya puesto remedio a la situación. No queremos sin embargo incurrir en falsas demagogias, y por eso debemos empezar reconociendo que el problema no es fácil de abordar. La suerte del enclave ocupado por los restos arqueológicos afecta a muchos interlocutores; hay unos propietarios del solar, unos vecinos, unas instalaciones gubernamentales y por supuesto, están las distintas instituciones competentes en materia urbanística y de gestión del Patrimonio (Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco). Todos tienen algo que decir, y no resulta fácil ponerse de acuerdo. Pero por más que nos consta que se han hecho esfuerzos -algunos de ellos bastante recientes-, lo cierto es que nadie hasta ahora ha sido capaz de poner en marcha ninguna iniciativa.
Hace un par de años ya toqué este tema en una conferencia. |
Con todo, una cosa es reconocer las dificultades y otra muy distinta rendirse a los hechos. Las ruinas del Convento de San Francisco siguen ahí, están protegidas y reconocidas como bien de interés patrimonial, es decir, no podemos ignorarlas, y sin embargo siguen pudriéndose, en el mismo solar donde las pusieron nuestros antepasados hace más de 800 años. En este sentido, sin apasionamiento -pero con firmeza- me gustaría expresar lo ‘kafkiano’ que resulta ver cómo los planes urbanísticos contemplados por el Ayuntamiento para el entorno del Banco de España parecen ignorar la existencia de nuestro convento (digo ‘parecen’ porque reconozco que lo que sé sobre dichos planes es sólo lo que ha transcendido en prensa o en las redes sociales; ver aquí).
Como digo no quiero incurrir en demagogias y por ello voy a intentar informarme mejor para comprobar si efectivamente puede suceder que el tren de las reformas vuelva a pasar de largo para las ruinas del Convento. No sé, quizá existen medios para realizar alegaciones, voy a investigarlo.
No obstante, no querría terminar este post sin hacer una breve síntesis con algunos pocos datos que nos hablan de la importancia que tuvo -y tiene- este monasterio de San Francisco en la historia de Gasteiz. Conviene recordar que hablamos de un edificio que empezó a construirse en el siglo XIII (aunque existen indicios arqueológicos de que es aún más antiguo); también que fue uno de los primeros lugares donde se reunieron tanto el Concejo de Vitoria como las Juntas de Álava, cuando aún estas instituciones no disponían de edificios construidos expresamente al efecto. Asimismo, allí tuvieron su panteón algunos de los linajes más importantes para el desarrollo de nuestra ciudad (Hurtado de Mendoza, Sánchez de Bilbao, Álava, etc., a los que habría que añadir algunas figuras de la realeza medieval). Allí también celebró su primera misa como pontífice el Papa Adriano VI, etc. La lista podría ser mucho más larga y por ello os remito a mi tesis doctoral recién publicada donde hago un estudio pormenorizado del caso ('Vitoria-Gasteiz y su hinterland. Evolución de un sistema urbano entre los siglos XI y XV').
Estado actual de una parte de las ruinas (fuente: GasteizHoy) |
En fin, de puro milagro, da la circunstancia de que las ruinas que se han conservado se corresponden con la parte más antigua del Convento, es decir, con aquella que componen la Capilla Mayor de su Iglesia y la llamada Capilla de la Magdalena. Es por ello que no cabe duda que un buen estudio arqueológico -y una buena puesta en valor de estos vestigios- reportarían nuevas e importantísimas líneas al relato de los orígenes de Gasteiz. En los años treinta del siglo pasado ya cometimos el gran error de demoler aquel fundamental monumento, aún tenemos sin embargo la oportunidad abrirlo al público y de evitar su pérdida total, pero, ¿quién toma la iniciativa?
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