Otros años por estas fechas he aprovechado el blog para hablar -como no- de los 'Orígenes de las fiestas de San Prudencio'. Me he centrado sobre todo en la evolución del culto y celebración de San Prudencio a lo largo de la historia pero no del propio Prudencio, y eso es lo que querría hacer hoy, hablar de su vida. Una vida que tiene mucho de leyenda pero que, a decir de los investigadores, debe tener también una base de realidad bastante importante.
Estudio para cabeza de obispo (Ford Madox Brown) |
Voy a tomar como referencia las llamadas 'Acta Sancti Prudentii', unas actas que se encuentran recogidas en diversos manuscritos entre los cuales, los más antiguos, pueden datarse a finales del siglo XI o durante la primera mitad del siglo XII. Vamos a ello.
El relato de la vida de San Prudencio recogido en las actas empieza describiendo un poco de pasada cómo nuestro santo nació en Armentia en el seno de una familia distinguida. No se habla de fechas, pero si por ejemplo de que su padre se llamaba Jimeno y de que, ya de niño, Prudencio destacaba por su capacidad de memorizar y recitar las sagradas escrituras. También nos cuenta cómo el pequeño tenía la habilidad de hacer que se restableciera la paz cuando surgía alguna discordia a su alrededor (como veremos esta virtud le acompañaría a lo largo de toda su vida).
Al parecer, Prudencio dejó Armentia a los quince años. Tomó camino hacia el sur siguiendo la ribera del Ebro y el mismo día de su partida, al anochecer, se encontró con unos pastores. Se refugió con ellos y los instruyó en la fe. Cuando amaneció se dirigió a la localidad de Peñalba -en Soria- y descendió hasta llegar al Duero. En este lugar halló un molino donde pasó la siguiente noche, pero a sus oídos llegó la noticia de que no lejos de aquel lugar habitaba un famoso eremita al que quiso conocer, de modo que penas amaneció salió a su encuentro.
Sobre la cueva de San Saturio se construyó el actual santuario (Soria) |
Fijaos cómo los números no salen... Quiero decir que si en dos días llegó a Soria desde Armentia, eso significaría que cada día Prudencio había sido capaz de andar unos 100 kilómetros y eso no es posible... Pero no hay nada de extraño, estas 'caminatas imposibles' cumplen una función mágica, la de mostrarnos cómo el joven tiene una capacidad inusual que está por encima del resto de los mortales. Esto era la prueba, para la gente que en la Edad Media escuchaba el relato, de que Prudencio era un elegido de Dios.
Pero continuemos donde los habíamos dejado; el eremita del que habían hablado a nuestro santo era Saturio. Sin embargo existía un problema para llegar a la cueva donde vivía, Prudencio debía cruzar el Duero y al parecer no había puente. El joven a pesar de todo, y haciendo caso omiso de las advertencias de peligro que le lanzaba Saturio desde la otra orilla, se puso a cruzar por en medio del agua. Como no, Prudencio logró llegar sano y salvo y sin ni siquiera mojarse los pies, éste era un nuevo milagro. Una vez cumplida la hazaña, el joven permaneció junto a Saturio durante siete años.
El caso es que al cabo de esos siete años Saturio muere, y es entonces cuando Prudencio decide dejar Soria y volver hacia el norte, hacia Calahorra. Curiosamente allí ya estaban advertidos de su llegada, gracias a que un ángel se había aparecido y se lo había dicho a un canónigo. Es por ello que, apenas llegado a la ciudad, a Prudencio le acogieron con los brazos abiertos y lo nombraron directamente canónigo tesorero (esto si que es 'llegar, y besar el santo').
Uno de sus primeros logros en Calahorra fue conseguir que una buena parte de musulmanes de la zona se convirtieran al cristianismo. Además, gracias a sus poderes curativos, cada vez se hizo más famoso, llegando incluso el punto de que eran tantos los enfermos que lo buscaban que tuvo que huir de la ciudad riojana para buscar de nuevo tranquilidad y sosiego. ¿Y a dónde dirigió sus pasos esta vez Prudencio? Pues se fue a Tarazona, en la actual provincia de Zaragoza.
En la iglesia de Tarazona fue acogido primero como sacristán y más tarde fue nombrado arcediano. Pero por si tan rápido ascenso no hubiera sido suficiente, los cristianos de allí acabaron convirtiéndolo en su obispo, y no por casualidad. Al parecer éstos, a la muerte de su antiguo obispo, habían tenido una visión divina que les instaba a realizar ese nuevo nombramiento. Pues bien, ya en calidad de obispo de Tarazona, Prudencio tuvo que intervenir en diversos problemas eclesiásticos que se dieron por aquella región.
Uno de esos problemas tenía que ver con la localidad de Garray, cerca de Soria. Por circunstancias que serían largas de explicar, los habitantes de esta aldea fortificada hicieron enfadar a Prudencio, quien a modo de escarmiento lanzó una maldición; una plaga de garrapatas que acabo con todos ellos (va a resultar que Prudencio no era tan pacífico como lo pintan). Otro de los problemas eran las violentas disputas que enfrentaban al obispo de Burgo de Osma con los clérigos de su circunscripción. En este caso, a Prudencio le bastó ponerse en camino hacia Osma y hacer un nuevo milagro. El milagro fue que nada más entrar en la población, las campanas de la iglesia comenzaron a tañir solas sin que nadie las hiciera sonar y, como no, en vista de los poderes demostrados por Prudencio, las partes contendientes enseguida acataron la concordia que les propondría el joven obispo.
Desgraciadamente, al poco tiempo, allí mismo en Osma, el santo enfermó, quedando convaleciente y con fuertes fiebres de origen desconocido. Consciente de la proximidad de su muerte, Prudencio reunió a los clérigos que le habían acompañado desde Tarazona y les comunicó la noticia. Les dio además unas instrucciones muy precisas para su enterramiento. Prudencio pidió que su cuerpo fuera tendido sobre el lomo de un mulo y sepultado allí donde el animal por si sólo decidiese parar, ya que esto sucedería por voluntad divina.
Nuestro santo murió apenas pasados tres días del anuncio, pero sucedió que los clérigos de Osma no quisieron que el cuerpo del obispo saliese de su ciudad. Tuvo que suceder un nuevo milagro (que consistió en que el ataúd con el cuerpo sin vida de San Prudencio se quedó fijo en el sitio sin que nadie pudiera moverlo para enterrarlo) para que los de Osma accedieran a cumplir con los deseos originales del difunto. Entonces, lo subieron en un mulo que anduvo errabundo durante toda una jornada de camino hacia el norte, cruzó el río Leza y ascendió por una ladera rocosa, hasta que decidió pararse en una cueva que se decía 'había sido de moros'.
En esa cueva fue enterrado Prudencio, un lugar que acabó convirtiéndose en un foco de peregrinación y donde se construyó un monasterio, el monasterio de Monte Laturce que hoy día está en ruinas pero que subsiste cerca de la localidad de Clavijo, en La Rioja. Durante mucho tiempo allí se conservaron y veneraron las reliquias del santo, reliquias que tienen su propia historia pero que si os parece dejamos para otro post...felices fiestas!!
Pero continuemos donde los habíamos dejado; el eremita del que habían hablado a nuestro santo era Saturio. Sin embargo existía un problema para llegar a la cueva donde vivía, Prudencio debía cruzar el Duero y al parecer no había puente. El joven a pesar de todo, y haciendo caso omiso de las advertencias de peligro que le lanzaba Saturio desde la otra orilla, se puso a cruzar por en medio del agua. Como no, Prudencio logró llegar sano y salvo y sin ni siquiera mojarse los pies, éste era un nuevo milagro. Una vez cumplida la hazaña, el joven permaneció junto a Saturio durante siete años.
El caso es que al cabo de esos siete años Saturio muere, y es entonces cuando Prudencio decide dejar Soria y volver hacia el norte, hacia Calahorra. Curiosamente allí ya estaban advertidos de su llegada, gracias a que un ángel se había aparecido y se lo había dicho a un canónigo. Es por ello que, apenas llegado a la ciudad, a Prudencio le acogieron con los brazos abiertos y lo nombraron directamente canónigo tesorero (esto si que es 'llegar, y besar el santo').
Estudio de monje (Ford Madox Brown) |
Uno de sus primeros logros en Calahorra fue conseguir que una buena parte de musulmanes de la zona se convirtieran al cristianismo. Además, gracias a sus poderes curativos, cada vez se hizo más famoso, llegando incluso el punto de que eran tantos los enfermos que lo buscaban que tuvo que huir de la ciudad riojana para buscar de nuevo tranquilidad y sosiego. ¿Y a dónde dirigió sus pasos esta vez Prudencio? Pues se fue a Tarazona, en la actual provincia de Zaragoza.
En la iglesia de Tarazona fue acogido primero como sacristán y más tarde fue nombrado arcediano. Pero por si tan rápido ascenso no hubiera sido suficiente, los cristianos de allí acabaron convirtiéndolo en su obispo, y no por casualidad. Al parecer éstos, a la muerte de su antiguo obispo, habían tenido una visión divina que les instaba a realizar ese nuevo nombramiento. Pues bien, ya en calidad de obispo de Tarazona, Prudencio tuvo que intervenir en diversos problemas eclesiásticos que se dieron por aquella región.
Uno de esos problemas tenía que ver con la localidad de Garray, cerca de Soria. Por circunstancias que serían largas de explicar, los habitantes de esta aldea fortificada hicieron enfadar a Prudencio, quien a modo de escarmiento lanzó una maldición; una plaga de garrapatas que acabo con todos ellos (va a resultar que Prudencio no era tan pacífico como lo pintan). Otro de los problemas eran las violentas disputas que enfrentaban al obispo de Burgo de Osma con los clérigos de su circunscripción. En este caso, a Prudencio le bastó ponerse en camino hacia Osma y hacer un nuevo milagro. El milagro fue que nada más entrar en la población, las campanas de la iglesia comenzaron a tañir solas sin que nadie las hiciera sonar y, como no, en vista de los poderes demostrados por Prudencio, las partes contendientes enseguida acataron la concordia que les propondría el joven obispo.
Estado actual de San Prudencio de Monte Laturce (Clavijo, La Rioja) |
Desgraciadamente, al poco tiempo, allí mismo en Osma, el santo enfermó, quedando convaleciente y con fuertes fiebres de origen desconocido. Consciente de la proximidad de su muerte, Prudencio reunió a los clérigos que le habían acompañado desde Tarazona y les comunicó la noticia. Les dio además unas instrucciones muy precisas para su enterramiento. Prudencio pidió que su cuerpo fuera tendido sobre el lomo de un mulo y sepultado allí donde el animal por si sólo decidiese parar, ya que esto sucedería por voluntad divina.
Nuestro santo murió apenas pasados tres días del anuncio, pero sucedió que los clérigos de Osma no quisieron que el cuerpo del obispo saliese de su ciudad. Tuvo que suceder un nuevo milagro (que consistió en que el ataúd con el cuerpo sin vida de San Prudencio se quedó fijo en el sitio sin que nadie pudiera moverlo para enterrarlo) para que los de Osma accedieran a cumplir con los deseos originales del difunto. Entonces, lo subieron en un mulo que anduvo errabundo durante toda una jornada de camino hacia el norte, cruzó el río Leza y ascendió por una ladera rocosa, hasta que decidió pararse en una cueva que se decía 'había sido de moros'.
En esa cueva fue enterrado Prudencio, un lugar que acabó convirtiéndose en un foco de peregrinación y donde se construyó un monasterio, el monasterio de Monte Laturce que hoy día está en ruinas pero que subsiste cerca de la localidad de Clavijo, en La Rioja. Durante mucho tiempo allí se conservaron y veneraron las reliquias del santo, reliquias que tienen su propia historia pero que si os parece dejamos para otro post...felices fiestas!!
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