Como arqueólogo, mi principal fuente de información son las cosas, o mejor dicho, la materialidad de las cosas. Quizá por eso cuando visito Estíbaliz no puedo evitar viajar con la imaginación a ése momento del pasado en el que la talla de la Virgen aún no había sido labrada, cuando su cuerpo aún formaba parte integral del tronco de un modesto cerezo; ¿en qué bosque creció?, ¿fue consagrado antes de talarse, o puede que para los alaveses de la Edad Media los cerezos tuvieran algún carácter sagrado (como de hecho sucede todavía en la actualidad en culturas como la japonesa)?
Esas preguntas probablemente nunca tendrán respuesta, pero puedo contaros una curiosa historia que quizá alguno no conozcáis, una historia que tiene mucho que ver con su materialidad y que nos lleva directos a finales del siglo XIX. Vamos allá.
En concreto, tenemos que remontarnos al año 1880. En esa fecha, el ilustre político e intelectual alavés Ricardo Becerro de Bengoa y unos amigos se acercaron al Estíbaliz en busca de la imagen de Nuestra Señora. No tuvieron sin embargo que ascender hasta lo alto del cerro para encontrarla, pues el templo románico que actualmente conocemos estaba en estado ruinoso, y ellos sabían que tenían que dirigir sus pasos hacia la parroquia de la vecina Villafranca. Allí -cual refugiada- encontraron la destartalada talla, en uno de los altares, "cubierta con un bordado manto de tonelete y disfrazada por completo".
Pasarían aún algunos años hasta que en 1897 el joven escultor alavés, Lorenzo Fernández de Viana, recibiera el encargo de restaurar la talla. Sobre las circunstancias de tal labor, contamos con una carta de 1918 donde el artista nos cuenta lo siguiente: "Así pues, hice la cabeza coronada inspirándome en las imágenes de la época o al menos más próximas al período bizatino y bizantino-románico, encajándola sobre las huellas del cuello que denunciaban el arranque de su primitiva cabeza. Las manos son también nuevas y empotradas en los huecos respectivos y dándoles el aspecto inocente y algo violento, característico con la típica flor o fruta de granada abierta, a la derecha, y el antebrazo izquierdo con la mano un tanto encorvada para sostener al Niño que también se hizo nuevo."
De modo que según la descripción del artista ni la cabeza, ni las manos, ni el Niño son -en la actual imagen de Nª Sª de Estíbaliz- auténticas, sólo el hierático tronco de la figura es original del siglo XII. Me pregunto: ¿acaso importa? Creo que no, porque por encima de las 'cosas' está el significado que les atribuyen las sociedades que las crean... Por ello termino este post retomando la misma reflexión con que lo iniciaba, pensando en lo poco que los documentos, la historia y la arqueología nos dicen sobre cómo era el mundo espiritual de nuestros antepasados, sobre el prisma con el que veían el mundo que les rodeaba. Con todo, a pesar de las dificultades, habrá que seguir investigando...
Aspecto actual de la talla de Nª Sª de Estíbaliz.
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Esas preguntas probablemente nunca tendrán respuesta, pero puedo contaros una curiosa historia que quizá alguno no conozcáis, una historia que tiene mucho que ver con su materialidad y que nos lleva directos a finales del siglo XIX. Vamos allá.
En concreto, tenemos que remontarnos al año 1880. En esa fecha, el ilustre político e intelectual alavés Ricardo Becerro de Bengoa y unos amigos se acercaron al Estíbaliz en busca de la imagen de Nuestra Señora. No tuvieron sin embargo que ascender hasta lo alto del cerro para encontrarla, pues el templo románico que actualmente conocemos estaba en estado ruinoso, y ellos sabían que tenían que dirigir sus pasos hacia la parroquia de la vecina Villafranca. Allí -cual refugiada- encontraron la destartalada talla, en uno de los altares, "cubierta con un bordado manto de tonelete y disfrazada por completo".
Aspecto de la talla antes de la última restauración de 1984. |
Con idea de devolver la imagen a su esplendor original, Ricardo y sus colegas, la trajeron a Vitoria y la depositaron en el Hospital de Santiago donde procedieron a su examen. He aquí -de su propia pluma- lo que descubrieron:
"Desnudámosla de su rico traje moderno, que ocultaba su verdadero mérito, y nos hallamos en presencia de una rara escultura del siglo XII. ¡Con qué lastima contemplamos su mutilado conjunto! La imagen es de madera, está sentada y le faltan la cabeza, las manos y el Niño que los tiene postizos. En las catástrofes sociales de nuestro siglo [se refiere principalmente a las guerras carlistas], la mano alevosa de los combatientes llegó a aquel solitario templo y arrojó a la Virgen de su altar, que fue recogida y conservada por la piedad de los vecinos de Villafranca".
"Desnudámosla de su rico traje moderno, que ocultaba su verdadero mérito, y nos hallamos en presencia de una rara escultura del siglo XII. ¡Con qué lastima contemplamos su mutilado conjunto! La imagen es de madera, está sentada y le faltan la cabeza, las manos y el Niño que los tiene postizos. En las catástrofes sociales de nuestro siglo [se refiere principalmente a las guerras carlistas], la mano alevosa de los combatientes llegó a aquel solitario templo y arrojó a la Virgen de su altar, que fue recogida y conservada por la piedad de los vecinos de Villafranca".
Aspecto del Santuario de Estíbaliz en el año 1924 |
Pasarían aún algunos años hasta que en 1897 el joven escultor alavés, Lorenzo Fernández de Viana, recibiera el encargo de restaurar la talla. Sobre las circunstancias de tal labor, contamos con una carta de 1918 donde el artista nos cuenta lo siguiente: "Así pues, hice la cabeza coronada inspirándome en las imágenes de la época o al menos más próximas al período bizatino y bizantino-románico, encajándola sobre las huellas del cuello que denunciaban el arranque de su primitiva cabeza. Las manos son también nuevas y empotradas en los huecos respectivos y dándoles el aspecto inocente y algo violento, característico con la típica flor o fruta de granada abierta, a la derecha, y el antebrazo izquierdo con la mano un tanto encorvada para sostener al Niño que también se hizo nuevo."
Cabecera del Santuario de Estíbaliz en la actualidad.
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De modo que según la descripción del artista ni la cabeza, ni las manos, ni el Niño son -en la actual imagen de Nª Sª de Estíbaliz- auténticas, sólo el hierático tronco de la figura es original del siglo XII. Me pregunto: ¿acaso importa? Creo que no, porque por encima de las 'cosas' está el significado que les atribuyen las sociedades que las crean... Por ello termino este post retomando la misma reflexión con que lo iniciaba, pensando en lo poco que los documentos, la historia y la arqueología nos dicen sobre cómo era el mundo espiritual de nuestros antepasados, sobre el prisma con el que veían el mundo que les rodeaba. Con todo, a pesar de las dificultades, habrá que seguir investigando...
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>Para saber más:
- AA.VV. (1973), Estibaliz. Fe, Historia, Arte., Vitoria-Gasteiz.
- Eguía, J. y Portilla, M. (1984), La Vírgen de Estíbaliz. Restauraciones de su imagen (1897-1984), Vitoria-Gasteiz.
- Sáenz de Buruaga, E. (1991), Historia de Estíbaliz, Vitoria-Gasteiz.
>Para saber más:
- AA.VV. (1973), Estibaliz. Fe, Historia, Arte., Vitoria-Gasteiz.
- Eguía, J. y Portilla, M. (1984), La Vírgen de Estíbaliz. Restauraciones de su imagen (1897-1984), Vitoria-Gasteiz.
- Sáenz de Buruaga, E. (1991), Historia de Estíbaliz, Vitoria-Gasteiz.
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