domingo, 26 de junio de 2016

Vitoria no se fundó en 1181 (parte 2).

Quizá el principal de los problemas que nos impide superar la idea de que 'Vitoria se fundó en 1181' reside precisamente en el obstáculo conceptual que comporta en sí misma la noción de 'fundación'. Al respecto en 2013 escribí lo siguiente:

"¿Alguna vez nos hemos preguntado cuales son los argumentos que han elevado el Fuero de 1181 al rango de fuero 'fundacional'? Desde el momento en que es un hecho, que el texto de la carta puebla no recoge explícitamente el término 'fundar', parece obvio que se trata entonces de una atribución, una atribución, probablemente justificable desde el punto de vista historiográfico, que sin embargo no deja de ser ajena al documento en sí".


Diploma del fuero de población de Vitoria.
El texto del fuero de 1181 de hecho, prefiere como expresión clave la de 'poblar' ('populare uos in prefata uilla'), como además puede comprobarse en la mayoría de cartas puebla alavesas de la época; Salinas (1140), Antoñana (1182), Bernedo (1182), Arganzón (1191), Labraza (1196), etc. Con todo, ¿podríamos establecer una equivalencia entre 'poblar' y 'fundar'? En mi opinión no. No, en absoluto.

Desde los tiempos de la historiografía clásica romana, hablar de 'fundar' era la forma habitual que tenían los historiadores de fijar un punto en el tiempo y hacer 'tabula rasa' de todo hecho histórico anterior al momento de la 'fundación', que era el que se quería destacar. El ejemplo por antonomasia lo tenemos en la fundación de Roma. También aludí a esto en 2013:

"En la mentalidad del patriciado romano no era concebible que Roma, aquella capital de capitales, pudiera descender de una aldea. Así pues, a pesar de que algunos pocos historiadores como Varrón dieron fe de la existencia de aquel asentamiento precedente -que se llamaba 'Septimontium'- la mayoría de cronistas clásicos prefirió ignorarlo y refugiarse en un mito fundacional inventado, en el cual Rómulo crea Roma prácticamente desde la nada". Para el arqueólogo A. Carandini: "Roma debía nacer de la nada para que la empresa de Rómulo quedase libre de presupuestos y pudiese consistir en un milagro: la fundación" .

Así pues, como era costumbre en la línea de los clásicos, aquellos que empezaron a historiar Vitoria en el siglo XVI, adoptaron con toda naturalidad el concepto de 'fundación' como fórmula historiográfica para hablar de los orígenes de nuestra ciudad. El problema no obstante de poner el acento en un momento concreto para hablar del origen de una población, es que éste puede acabar funcionando como pantalla, eclipsando todo lo que pudo haber antes. Éso es precisamente lo que pasó en el caso de Vitoria.

Por un lado, el foco puesto en el acto la 'fundación', condenó a la penumbra a su antecesora Gasteiz e hizo que la mayoría pensásemos que ésta no era otra cosa que una simple poblacho. En 2013 escribí: "Floranes apenas la menciona, y cuando lo hace se refiere a ella como 'cortísima aldea de Álava'; Colá y Goiti no es menos lacónico al describirla cómo 'la un tiempo pobre, solitaria y empinada aldea de Gasteiz'; Serdán vuelve a insistir sobre su insignificancia: '¿Qué era Gasteiz en el siglo XI en que por primera vez vemos escrito su nombre? Una aldea, insignificante como muchas, de escasísimo vecindario, sin otra características que su situación topográfica'". 

'Victoria' en lo alto de la colina. 'Nova Victoria' -la del fuero- en la ladera occidental (ilustración: V. Ugarte)

Pues bien, hoy día sabemos por las excavaciones en la Catedral de Santa María, que aquella Gasteiz que se encontró Sancho VI de Navarra era de todo menos una aldehuela. Aquella Gasteiz era un consolidado centro de poder, una villa amurallada desde finales del siglo XI o principios del XII, con calles empedradas desde bastante antes, y con residencias palaciegas para la oligarquía que dominaba en la zona prácticamente desde el siglo VIII.

Por otro lado, ese interés por establecer el momento de 'fundación', ha forzado a lo largo de los siglos una lectura del fuero de 1181 que sobreinterpreta lo que dice en su texto. Así, se ha presupuesto que 'nova Victoria' y 'Victoria' -ambos topónimos citados en la carta puebla- eran sinónimos, cuando son diversos los argumentos que apuntan a que no, a que son dos núcleos, vecinos sí, pero distintos. En 2013 dije: "En nuestra opinión con la denominación 'nova Victoria' el monarca navarro se está refiriendo a una más que probable 'puebla nueva de Vitoria', para diferenciarla de 'Vitoria', a secas, que sería el núcleo antiguo circunscrito sencillamente a lo alto de la colina, ése que a lo largo de la historia se ha conocido como 'Villa Suso'. Desde nuestro punto de vista esta expresión podría incluso estar confirmando que -tiempo antes a la concesión del Fuero de 1181- Sancho VI ya habría rebautizado la aldea de Gasteiz como 'Victoria'"


Reciente publicación coordinada por Ernesto García Fernández.

Afortunadamente, a pesar de las reticencias que al parecer despertó mi charla del 15 de Junio, esta 'relectura' del fuero está teniendo ecos positivos entre algunos los mejores expertos en el tema, como por ejemplo, el Catedrático de la Universidad del País Vasco, Ernesto García Fernández, que en una reciente publicación sobre el Fuero de Laguardia manifestó:

"Se ha demostrado de forma fehaciente en la villa de Vitoria que las urbanizaciones de la primera y la segunda pueblas son anteriores a la concesión del fuero conservado en el Archivo Municipal de Vitoria otorgado por Sancho VI 'el Sabio' a sus pobladores en 1181. Ismael García ha planteado la posibilidad de que Vitoria hubiera podido recibir una carta de fuero en una fecha anterior. Es una hipótesis que en el caso de Vitoria me parece muy probable. Existen argumentos que pueden encaminarnos hacia ese destino.

De la lectura del texto foral se deriva que Sancho VI de Navarra puso el nombre de 'Victoria' a la aldea que previamente era conocida como 'Gasteiz', aunque no se especifica en qué momento se produjo dicho cambio. Igualmente se dice en 1181 que Sancho VI confirma y corrobora la concesión de la carta a los pobladores de 'Nova Victoria'. Insisto en que se señala que es una confirmación y una corroboración (...). Profundizando en la hipótesis sostenida por Ismael García Gómez me pregunto si, considerando las referencias a Vitoria de 1178 y 1157 [de éstas hablaré en un futuro post], el rey Sancho VI hubiera podido haber concedido un fuero en 1157 o anteriormente a los pobladores de la vieja aldea de Gasteiz, a quienes dio el nombre de 'Victoria'"

(click aquí para continuar en el siguiente post).

domingo, 19 de junio de 2016

Vitoria no se fundó en 1181 (parte 1).

Hace unos días di una conferencia, quizá tú estuviste allí. Al terminarla lo cierto es que quedé bastante satisfecho, al menos en cuanto al objetivo que me había propuesto, dar un toque de atención y advertir a la ciudadanía de que ya han pasado demasiados años del fin de las excavaciones en la Catedral de Santa María, demasiados años para que aún sigamos los vitorianos contando la historia de nuestros orígenes al modo que se contaba en el siglo pasado.

Signo del sello de Sancho VI de Navarra que aparece en el documento del fuero de 1181.
Sorprendentemente sin embargo, a lo largo de los últimos días, he tenido conocimiento del rechazo que han generado algunos de mis argumentos en un sector de los asistentes. No me preocupa, entra dentro de lo normal; uno no puede esperar convencer a todos de un día para otro, no puede esperar cambiar de un plumazo una forma de contar los orígenes de Vitoria que se remonta nada más y nada menos que hasta el siglo XVI, con Garibay.

A pesar de todo 'asusta' un tanto comprobar la fuerza arrolladora que tiene la tradición (entendiendo ésta cómo la inercia que a veces se impone a la hora de narrar la Historia de un modo concreto y unívoco). De hecho, más de una vez a lo largo de los cientos de horas que he dedicado a la redacción de mi tesis, me he preguntado por qué demonios tenía yo que dedicar un capítulo completo en ella a buscar y poner datos fiables sobre la mesa, cuando muchos de los hechos habitualmente aceptados como verdaderos en la historia medieval de nuestra ciudad, no se sustentan directamente sobre documentos, sino que en su mayoría lo hacen sobre hipótesis -mejor o peor traídas- elaboradas por los historiadores que nos han precedido en esta tarea colectiva de investigar los orígenes de Vitoria.

Publico asistente a la conferencia del otro día (muchas gracias a todos!!)
Finalmente uno se 'auto-anima' convencido de que el esfuerzo merece la pena puesto que el avance de la ciencia histórica consiste precisamente en eso, en no conformarse, en proponer explicaciones alternativas que encajen cada vez mejor con lo datos que conocemos. Y ahí está precisamente el 'quiz' en el caso de la historia de Vitoria, hace tiempo que tenemos 'nuevos datos' sobre sus orígenes, nuevos datos que nos obligan a releer y analizar incluso los 'viejos datos' bajo un nuevo prisma.

Con todo -como digo-, cuesta mucho vencer la inercia de la tradición, cuesta cambiar el 'chip' de la gente. De repente todo el mundo se convierte en experto y te piden más y más datos; nunca parece suficiente. Es curioso, la gente te hace exigencias -exigencias por otra parte lícitas- que sin embargo no se atreven a hacer a M. Portilla, a Caro Baroja, a Serdán, a Velasco, a Floranes o a Landázuri, a pesar de que una lectura mínimamente crítica de su obra pone de relieve algo que todos ellos reconocían; el alto grado especulativo de sus hipótesis dados pocos datos fehacientes que hasta hace poco existían sobre los orígenes de nuestra ciudad.

Yo mismo, conferenciando ese día
En esto, el de Vitoria, no es un caso aislado. Cuando haces una revisión historiográfica sobre un tema particular, casi siempre percibes el mismo fenómeno; primero los investigadores sugieren 'hipótesis' en base a las informaciones que tienen, siendo después sus divulgadores los que, al repetir hasta la saciedad lo que aquéllos habían sugerido -y omitir la cita de las fuentes originales-, acaban por convertir las 'hipótesis' en 'verdades' incontestables que el subconsciente colectivo -en este caso el de la sociedad vitoriana- presupone que se sustentan sobre datos asimismo 'incontestables'.

Por ello, lo que sucede al cabo de un tiempo, es que viene uno como yo, que se interesa por ver si esos datos presuntamente 'incontestables' existen de verdad, y se da cuenta de que no, de que todo son -como es lógico y natural- 'hipótesis', y de que como tales, son fórmulas que conviene revisar y sustituir por otras mejores, si es que éstas se pueden elaborar. 

Y en eso estoy, a punto de publicar una tesis que espero resulte lo suficientemente convincente en sus argumentos. Una sola cosa me gustaría añadir por último sobre mi forma de proceder; entiendo que mi función como historiador no es la de 'opinar', sino la de elaborar explicaciones que encajen cada vez mejor con los datos de que se dispone en cada momento. Quiero decir con ello que los datos son la clave, los interprete quien los interprete, y es precisamente en lo que quise insistir el día en la conferencia. Creo que no es serio en pleno siglo XXI seguir contando que Vitoria se fundó en 1181. 

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...