viernes, 1 de febrero de 2019

Reciclaje en el Convento de San Franciso de Vitoria (y II).

Un buen ejemplo de este tipo lo tenemos en el acuerdo firmado para la erección del nuevo teatro que empezó a construirse en 1820, en un solar no muy distante nuestro convento, concretamente en el solar donde se encontraba el antiguo hospital de Santiago. Su texto dice: 

“Para construir dicha obra, se entregaran al rematante todos los materiales que existen en el terreno que debe ocupar el teatro y calle, a tasación de peritos que se hará al principio de la obra […] Que toda la piedra blanca, que se halle en el biejo edificio [el del viejo hospital de Santiago], y sea útil para sillería, se tasará como tal, y el resto por mamposteria, y la misma podrá emplearla como silleria, en la fachada de la nueba calle del sur, y en el interior, tasandose al tiempo de recibir la obra como piedra de silleria blanca, en fabor del rematante. […] Todas las paredes que en el día existen en el edificio, y puedan aprovecharse en el nuebo en todo ò parte à juicio de la junta de obras, prebio examen si se tubiese por conveniente de un perito, quedarán existentes, tasando sus materiales”.

Figura 3. Foto AMV.

Conocemos obviamente otros contratos similares mucho más antiguos, como por ejemplo uno relativo al palacio de Escoriaza-Esquivel (siglo XVI) para cuya construcción se reaprovecharon los materiales procedentes del rebaje de las antiguas murallas de la villa de suso. En este sentido, a muchos quizá les sorprenderá saber que buena parte de las vigas que adornan el hall del palacio Augusti (amén de buena parte de la piedra empleada en tal inmueble) proceden en realidad del desaparecido convento de Santo Domingo de Vitoria. Aunque a mí lo que más me sorprende es pasear por la calle Badaya a la altura del cruce con Domingo Beltrán y ver cómo, aquí y allá, entre toda la piedra de mampostería que se empleó para erigir los edificios de ese ensanche, se ven sillares que presentan huellas de antiguos cinceles y marcas de cantero que obviamente proceden de iglesias o palacios del siglo XV (o incluso de monumentos más antiguos).

Figura 4. Foto AMV.

Son muy pocos autores que han prestado atención al tema del reciclaje en épocas en las que éste no era aún tema de concienciación. Steven Johnson en su magnífico trabajo ‘El Mapa Fantasma. La historia real de la epidemia más terrorífica vivida en Londres’ nos habla por ejemplo de los ‘hurgadores de la basura’ que existieron en la capital británica durante siglo XIX; toda una constelación de personas que vivía del reaprovechamiento y reventa de aquellas materias u objetos que la gente aparentemente ya no quería, si bien aún podían tener una segunda vida útil. Había de hecho grupos especializados según tipos de materiales o de objetos; unos buscaban pedazos de carbón, otros madera vieja, otros cuerdas, otros heces caninas, otros monedas, etc. Son varios los estudios han demostrado que estas personas -que obviamente pertenecían a las clases marginadas (cuestión que nos llevaría al tema de la injusticia social)- estaban llevando a cabo una labor vital para su comunidad, el -tan evidente para nosotros hoy- reciclaje. 

Los operarios que trabajaron en el del Convento de San Francisco no eran evidentemente ‘hurgadores de la basura’, pero hacían algo muy parecido, clasificar tipológicamente los materiales obtenidos en el derribo para luego reaprovecharlos o venderlos. Fijaos bien en las fotos que acompañan este artículo; por un lado se ven agrupadas las vigas, por otro los tablones de madera, más allá los bloques de sillería, en otra parte los mampuestos de mayor tamaño, en otra los pequeños, en otra zona todo el ladrillo, etc. Aunque no se vea; ¡incluso los clavos se apartaban para después reutilizarlos!

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