Las técnicas de documentación geométrica del patrimonio han evolucionado mucho en la última década, pero a juzgar por el modo en que algunos arqueólogos y arquitectos seguimos haciendo uso de los datos métricos que los topógrafos nos ofertan en sus planos, alzados y secciones, diríase que no existe una transferencia real de conocimientos.
El objetivo fundamental que los de Enklabe KST nos propusimos al experimentar con el láser escáner en San Miguel fue precisamente el de avanzar en esa transferencia. Para hacerlo tuvimos que buscar el entendimiento y superar ciertos de prejuicios, dejar a un lado ese ego de arqueólogo que muchas veces nos domina. La Arqueología seguiría siendo la razón de fondo del proyecto, pero era el momento de conocer otras lógicas, atender a otras justificaciones o respetar otros principios, era momento de escuchar a la Topografía, o mejor dicho, a los topógrafos.
Escaneo del exterior de San Miguel. Plaza del Machete.
(Enklabe KST en colaboración con GPAC)
(Enklabe KST en colaboración con GPAC)
Es inútil intentar convencer a alguien de las bondades de una técnica como la del láser escáner, si -como se demuestra habitualmente- no se respetan unos mínimos metodológicos a la hora de medir. Reconozcámoslo, en los planos interpretativos que los arqueólogos solemos mostrar tan orgullosos, no es oro todo lo que reluce.
Formalmente, existe una suerte de ritual tácitamente consensuado por el cual todo arqueólogo sabe que un mapa o un plano debe ir acompañado de su norte geográfico y de la escala, sin embargo, en el fondo, rara vez somos todo lo sinceros que deberíamos al explicar cómo hemos elaborado nuestras planimetrías (tristemente he podido comprobar que esto también vale para muchos arquitectos), tampoco solemos ser muy explícitos en cuestiones tan importantes como las precisiones, el grado de sensibilidad del instrumental utilizado o los errores inherentes a los sistemas de medición empleados.
Vista general de una nube de puntos del interior del a iglesia de San Miguel
(Enklabe KST en colaboración con GPAC)
(Enklabe KST en colaboración con GPAC)
El problema que planteamos es extremadamente grave y no se soluciona con una o dos explicaciones a pie de página del tipo “datos obtenidos por topografía clásica” o “información elaborada a partir de dibujo arqueológico”, es más una cuestión de trazabilidad del método. Los que leen nuestros informes, nuestros libros o nuestros artículos deben conocer el procedimiento mediante el cual hemos fabricado los productos métricos de los que nos valemos (insisto en que los arquitectos también deberían aplicarse este cuento).
El método científico exige que los experimentos puedan repetirse para comprobar la veracidad de las conclusiones obtenidas en los primeros ensayos; pues bien, dado que en Arqueología esto no es posible (excavar es ir quemando las páginas del libro según lo vamos leyendo), la credibilidad de las inferencias obtenidas de una excavación,o lectura de alzados, dependen críticamente de la fiabilidad de nuestros planos. En otras palabras, sin unos buenos planos, sin unas buenas mediciones, no hay arqueología científica posible.
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Los topógrafos al servicio de la arqueología.
ResponderEliminarAprovechaos y exprimidlo!!
Hola Miren! Como llevas esos planitos molones? Para los que no lo sepan Miren es topógrafa (ups! espero no haber descubierto tu identidad secreta).
ResponderEliminarPor cierto, yo ya procuro aprovecharme de vosotr@s...¿aún puedo exprimiros más?
Por supuesto, Ismael.
ResponderEliminarMás medir y menos escribir!!