Todavía recuerdo aquellos días en la catedral (Santa María de Vitoria) excavando esqueletos, uno detrás de otro, día sí, día también. Suena un poco macabro y para muchos será directamente un sacrilegio, pero hablo de Arqueología, y seguramente es mejor que tus huesos puedan contar algo de ti dentro de unos cuantos "cienes" de años a que vengan unas cuantas oleadas de sepultureros sin escrúpulos y arrojen tus huesos a las catacumbas, todo revueltos, sin orden ni concierto. O quizá no, quizá tu prefieras incinerarte.
Foto National Geographic
El caso es que eso es lo que hicieron en París a lo largo de los siglos XVIII y XIX, vaciaron los cementerios de la ciudad (necesitaban sitio para nuevos huéspedes) y echaron millones de esqueletos a las antiguas canteras (el subsuelo de París es un laberinto de cavernas de donde se sacaba la piedra para construir los edificios).
Fijaos abajo en esos cráneos. Reposan sobre una inscripción que revela la última morada original de algunos de los primeros de los seis millones de habitantes de las catacumbas de París: el Cementerio de los Inocentes. El camposanto, que estaba en lo que hoy es el área de Les Halles, en el centro de la ciudad, fue vaciado entre 1786 y 1788. Se dice que algunos de los franceses más ilustres, entre ellos Rabelais y Robespierre, reposan en algún lugar perdido de este enorme osario...
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