Fue allá por el post-jacobeo del 94 (o del 95) que tres amigos y yo nos tomamos una semana larga para hacer la variante jaquesa del Camino de Santiago, desde Jaca hasta Puente la Reina. Nos lo tomamos con mucha calma; nuestra prioridad no era hacer más en menos, sino ver todo lo que fuera posible en el tiempo que fuera necesario. Queríamos bañarnos en románico, un frikismo como otro cualquiera.
La caminata tuvo momentos memorables de todo tipo, pero si tuviera que optar alguno de los momentos tristes, diría que el más triste, lo vivimos una mañana del tercer o cuarto día. Era principios de Octubre, hacía bastante frío y discurríamos por un paraje espectacular, medieval 100%; bosque frondoso, montañas al fondo y, sobre todo, una pequeña iglesita solitaría que hacía un par de horas nos desafiaba desde lejos a conocerla.
Desgraciadamente no tengo fotos del momento.
Esta imagen de Arteguías puede dar una idea de lo que cuento.
Por fuera era perfecta, solitaria en medio de la nada, pequeña pero digna, con su ábside semicilíndrico orientado al Este. La puerta estaba de par en par, o mejor dicho, no había puerta, de modo que no tuvimos que buscar a ningún paisano que nos la abriera. Inesperadamente, la desilusión nos aguardaba dentro: sus paredes estaban completamente desnudas, pero con indicios inequívocos de que allí alguien se había llevado unos frescos de los que aún quedaba algún resto. Pensamos en ladrones, pero horas después supimos que los frescos estaban a buen recaudo en un museo. Con todo, no me sentí nada aliviado, más bien hice bastante mala leche. De un modo u otro, el caso era que a aquella ermita le habían arrancado la piel a tiras.
Pantocrátor de Sant Climent de Taüll (MNAC). Foto Marietta Leigh.
Esta historia es lo primero que se me ha venido a la cabeza al enterarme de que en Madrid la Fundación Mapfre organiza una magna exposición sobre el románico con fondos del MNAC de Barcelona. A priori una idea maravillosa; seguro que es lo mejor para la conservación de los fondos expuestos y sin duda es una forma de acercarlo al gran público, pero como siempre acabaré con una pregunta: ¿alguien cree que va ha entender absolutamente nada del significado del arte románico fuera de su entorno natural, del contexto geográfico de aquellos que los hicieron posible? Para todo el que pueda, recomiendo: menos museo, más mochila, más monte y más camino...
Completamente de acuerdo contigo. Por cierto, fue el Xacobeo 93, a partir de ahí el boom y las grandes masas en un Camino en los que hay momentos en los que cuesta verdaderamente encontrarse a uno mismo por la gran cantidad de gente que se anima a hacerlo, sobre todo en la últimas etapas.
ResponderEliminarHola Itxas! No se cómo será ahora, pero por entonces la ruta alternativa Jaca-Puente la Reina estaba muy poco frecuentada. Tuvimos mucha suerte, albergues nuevos y medio vacíos...el mogollón llegó la última noche en Puente la Reina; ¡literas de tres alturas y todo petado de gente! Gracias por escribir!
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