Los de Enklabe KST llevamos cerca de dos meses dando un curso sobre Arqueología en el Centro Cívico de Judizmendi. No está bien que yo lo diga, pero tengo más de quince años de experiencia en estas cosas (tanto de asistente como de conferenciante), y puedo asegurar que lo que hacemos, podría llevar el calificativo de alta divulgación. Lecciones de Arqueología de primera calidad dignas de las aulas universitarias.
Ante tal afirmación -una vez más- mis compañeros de empresa dirán..."¡no exageres tío!, nosotros sólo hacemos lo que sabemos/podemos", y yo tendré que responderles; ¿a cuantas charlas, clases o cursos has asistido últimamente?, ¿os habéis fijado dónde está el nivel en ocasiones? La divulgación no está suficientemente valorada y ellos son demasiado modestos.
Esto me lleva a reflexionar sobre la enseñanza de la Historia y la Arqueología. No querría generalizar, sobre todo con la Universidad (que luego dicen que tengo fijación y sé de buena tinta que la mayoría de los docentes se lo curran y se dejan la piel en intentar formar buenos profesionales), pero creo que es innegable que de un tiempo a esta parte las universidades, más que centros de formación, son fábricas que se rigen por criterios de "calidad" y de producción en cadena. En otras palabras, los contenidos que se imparten son "buenos" en la medida que garantizan unos "buenos" números (más alumnos, mayor índice de aprobados, mayor puntuación para los grupos de investigación, etc.) En fin, la cuestión es demasiado compleja como para tratar de resumirla en una sola entrada (prometo más).
Lo triste es ver como la Casa del Saber persiste enrocada en sus métodos de siempre, y unos cuantos outsiders tenemos que ocupar esas parcelas de las que el staff universitario ha desertado, sencillamente, porque no son rentables ni curricular ni económicamente. A esto que hacemos yo le llamo "historia en las trincheras", porque salimos a la calle y tratamos de hacer una divulgación de calidad aún sin tener el respaldo de una institución, peleándonos con otra mucha gente (escritores de novela histórica, periodistas y tertulianos radiofónicos, etc.) que creen que para hablar de Historia o Arqueología basta con haber leído un buen taco de libros.
En fin, no deja de ser paradójico; la universidad está llena de jóvenes a quienes les importa poco lo que les cuentan, y mientras tanto, en las aulas de los centros cívicos la gente mayor (aunque a decir verdad hay personas de todas las edades) asiste y te escucha con tal interés, que a veces parece que les va la vida en ello. A nosotros, como empresa, esto no nos va a sacar de pobres (más bien todo lo contrario); pero no importa, es lo que nos sale de dentro (por eso estamos en esto, por eso es nuestra vocación), y ¡que caray! nos sentimos de sobra pagados con el agradecimiento que diariamente muestra la gente que viene a escucharnos.
>Nota: Perdón a aquellos que les prometí que hoy hablaría de catacumbas. Otro día será, hoy tenía que decir esto para quedarme a gusto.
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