sábado, 18 de febrero de 2012

Morir a tiempo

[Este es el primer post escrito y pensado para este blog pero que no escribo yo. Se lo debo a Javier de la Fuente y espero que no sea el último. Hablamos del callejero y de la historia reciente de Vitoria, que lo disfrutéis]

 A finales de 1947 se acometió la primera gran expansión del callejero vitoriano. Lo explicaba el procurador síndico, José Luis López Uralde al pleno, el cuatro de Diciembre: “El continuo crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad durante estos últimos años ha dado lugar a que en la actualidad existan en Vitoria importantes núcleos de población sin una denominación adecuada para sus calles, otros sin nombre alguno (...) así sucede con toda la importante zona de Judizmendi (...) algo parecido sucede con la mayor parte del barrio de San Cristóbal...”.

Vista aérea de Vitoria-Gasteiz

Los nuevos nombres aprobados, además de las prolongaciones de Comandante Izarduy y Nieves Cano, fueron Heraclio Fournier, Luis Orgaz, Nuestra Señora de Estíbaliz, José Lejarreta, Eduardo Velasco, Federico Baraibar, Calle de las Trianas, José Mardones, Benito Guinea, Avenida de Judizmendi, Calle de Arana, Monseñor Estenaga, Senda de los Canónigos, Villarreal de Álava, Sierras alavesas, Conde don Vela, Ricardo Buesa y Gorbea.

Sin entrar en profundidades, el listado nos da dos pistas, al menos. La primera, que al fin se estaba pasando página de la Guerra Civil. Luis Orgaz y Villarreal de Álava son los únicos guiños al conflicto. La calle Luis Orgaz (hoy Alberto Schommer) no resistiría el paso del tiempo, como tampoco lo harían la del Generalísimo (Calle de la Diputación), José Antonio Primo de Rivera y Carlos VIII (Calles del Prado y de la Florida) y Calvo Sotelo (Francia). Los extremos no suelen ser buenos para eternizarse en el plano.

La segunda, y más sangrante, acaso, es que para figurar en el callejero morir a tiempo da más puntos que todos los méritos que se puedan probar. Ricardo Buesa moría en 1942; José Mardones y Luis Orgaz en 1946, y José Lejarreta en noviembre de 1947. Antes, Serafín Ajuria y Herminio Madinaveitia (fallecidos en 1937 y 1943) habían recibido su reconocimiento, en 1942 y 1943 respectivamente. Se podría discutir largo y tendido sobre la justicia o la oportunidad de las nominaciones. Lo que no se puede discutir es que murieron justo a tiempo, y eso les colocó por delante de próceres de la ciudad que nunca tuvieron ni tendrán el reconocimiento de Vitoria. Véase el caso de Gonzalo Lacalle o Luis Ibarra, los artífices de la industrialización que permitió dar el gran salto a Vitoria. No murieron a tiempo, llegó la democracia y... resultaron ser alcaldes de una dictadura. 

Plaza de Pepe Ubis (Vitoria-Gasteiz)

Si uno repasa el callejero de la A a la Z, no encuentra sino azar, capricho, incongruencia y falta de lógica. Se diría que es inevitable, porque los nomenclátores son hijos de su tiempo, de tiempos que piensan diferente. Se hacen, se rehacen, se amontonan nombres y topónimos y, al final, cada época tiene sus héroes. Por eso tienen plaza Amadeo García de Salazar, y Pepe Ubis, y por eso tiene calle Quincoces. Da un poco igual, porque, al final , quién sabe en esta bendita ciudad quiénes fueron el Comandante Izarduy o Luis Heintz. Son calles, son plazas, son referencias. Aun así, quiero pensar que llegará un día desapasionado en que se reconocerá a ciertos vitorianos o adoptados que, tal vez no supieron morir a tiempo, pero cuyos logros no sabremos ni querremos olvidar. Se me ocurren unos cuantos. ¿A vosotros?

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