Como os comentaba el otro día, una de las ventajas de ser de los primeros en llegar a un edificio antes de que lo restauren, es que puedes experimentar ese misterio que tiene todo lo abandonado; curiosear por las habitaciones, perderte por los pasillos, asustarte con el simple maullido de un gato...
Enredando por la Red hace años que descubrí que existe gente que tiene como afición visitar lugares abandonados y fotografiarlos. Algunos de ellos son verdaderos profesionales, captan imágenes que tienen muchísima fuerza (aunque hay que decir que los lugares que visitan se prestan ya de por sí a la evocación). Tienen incluso su propio código deontológico.
Os recomiendo especialmente el blog Abandonalia que me encanta. La gente que lo lleva se toma muchas molestias en hacer un buen relato de sus salidas, lo que unido a la plástica del material fotográfico, convierte alguna de sus entradas en verdaderos films de suspense. Aquí os adjunto algunas imágenes para que abráis boca.
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