domingo, 6 de marzo de 2011

La autenticidad de lo falso (III)

Hace más de un mes que dejé medio colgado el relato de nuestra visita al Museo de la Civiltà Romana (recomiendo que reviséis las anteriores entradas, y si es posible, en orden: cap.1 y cap.2). Aquí va la tercera pildorilla (en breve irá la cuarta).

Acabábamos de pagar la entrada en taquilla y nos encaminábamos hacia la primera sala cuando, ups! doblando la esquina nos pegamos de morros con la loba capitolina (Luperca para los amigos). Menudo susto. Ya conocía esa mirada vacía, esos trazos acaracolados con que los escultores habían tratado de imitar su pelo, el realismo de su hocico, ese costillar tan marcado… Un tanto temeroso, extendí la mano e intenté palpar su superficie. Miré que no hubiese gente alrededor, pues suponía que no estaba permitido tocar, pero para mi sorpresa un pequeño cartel en la pared indicaba precisamente lo contrario: “se puede tocar”. Esas pocas palabras lo cambiaron todo.

Luperca. Museo della Civiltà.

Qué importante es tocar para conectar; tocar algo, tocar a alguien...diría que esta es otra de las razones por las que decidí que esto de la arqueología era mi vocación. No me entusiasmaba la idea pasarme la vida leyendo documentos en los archivos (aunque es algo cada vez me gusta más) o contemplando objetos en las vitrinas de un museo. Siempre creí que para entrar en contacto con la Historia había que tenerla entre manos. Literalmente, había que palparla; sentir la superficie fría del metal, el tacto arenoso de una cerámica o la suavidad del pulimento.

Por su propia naturaleza, por su concepción, los museos imponen más que quitan barreras, obstaculizan ese contacto con la Historia. Es hasta cierto punto inevitable, pues los objetos se gastan y se dañan (sobre todo si hablamos de mareas de miles de visitantes). Precisamente por ello, me parece muy interesante la idea de hacer exposiciones con reproducciones. Por eso también en aquél museo de la Civiltà me sentí como en el salón de mi casa; "Pasen, vean...y toquen".


>Nota: La próxima entrada de la serie promete, la tengo reservada para hablar de una supermaqueta sobre la primigenia Roma. La titularé "Siete Romas para siete colinas" y os contaré un poco de los orígenes de la Ciudad Eterna según las últimas excavaciones.

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