Existen lugares, que -no sabes muy bien por qué- tienen un magnetismo especial. No es fácil definirlos con palabras, no se puede, porque antes que nada, son una sensación, un sentimiento. Ya los romanos lo sabían; los lugares, como las personas, tienen alma, por eso hablaban del genius loci.
No son los edificios los que encierran el espacio, es el espacio el que encierra y contiene a los edificios. Queramos o no, su huella queda imborrable impresa a nuestro alrededor. Para verla, sólo hay que saber mirar. Para mí, ser arqueólogo es sobre todo eso, ser un rastreador de espacio perdido, al rescate de genius loci olvidados (no siempre es necesario excavar).
Juan Garaizabal es un artista plástico, pero persigue lo mismo. Con lo que él llama vigas de la memoria consigue reconstruir la esencia de lugares históricos ya desaparecidos. Creo que merece la pena que conozcáis su proyecto Memorias Urbanas, el vídeo de abajo os puede dar una idea de su trabajo.
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