domingo, 29 de mayo de 2011

Piensa, y que no te cojan (o el juego de las sillas musicales).

La música suena... sonrientes, los niños corren alrededor de las sillas. Sólo es un juego, pero eso no impide que poco a poco el nerviosismo vaya apoderándose de los participantes. La música deja de sonar... ya no hay amigos. Los niños se abalanzan sobre las sillas y empieza un breve pero intenso intercambio empujones y codazos mal disimulados. Todo se desarrolla en apenas dos segundos, pero son un par de segundos clave. El que no coge silla pierde.


Ya hace unas semanas que se me ocurrió que el juego de las sillas musicales era una buena metáfora de lo que significa hacer política hoy. La campaña electoral equivale al tiempo en que la música suena, el día de votación equivale al momento en que la música deja de sonar, y esos dos segundos de empujones y codazos equivalen a las semanas de negociaciones que determinan la coaliciones dirigentes (aquéllas que nadie eligió ni votó). El objetivo final es ocupar la silla por todos los medios, porque la silla equivale a poder. 

Una vez tengas seguro tu culo puedes estar tranquilo durante otros cuatro años, al menos hasta que la música empiece a sonar de nuevo ¿o quizá no? Tienes razón, hay que aprovechar el tiempo. Lo mejor que puedes hacer es observar a tus rivales, clasificarlos y, una vez identificado tu antagonista, empezar a lanzarle avisos o miradas intimidatorias. También podría serte útil entablar amistad con alguien, en las próximas rondas podría venirte bien.

Estamos en esos días en que la música ha dejado de sonar, en esas semanas en que los niños han empezado a marcar su terreno o a intercambiar mensajes de buena voluntad con el fin de conseguir los apoyos necesarios para tener derecho a una silla. Tonto el último. Durante este período también en el mundillo arqueológico-patrimonial se experimenta una calma tensa a la espera de conocer los nuevos inquilinos de las alcaldías, de las distintas concejalías de cultura, y en fin, de todos los cargos políticos que tendrán algo que decir en nuestro campo, tanto desde los ayuntamientos como desde las diputaciones. La inquietud tiene su justificación, porque todos sabemos que la inmensa mayoría de los fondos destinados al conocimiento, protección y difusión de nuestro patrimonio provienen de las instituciones públicas y dependen por lo tanto de su voluntad.

No puedo evitar el echarme a temblar siempre que llegan estos momentos. Da igual -absolutamente igual- el color político. Los políticos son como esos niños que juegan a las sillas musicales. Aunque a muchos les gustaría perpetuarse en el cargo, se saben provisionales, y como tales saben que deben actuar con celeridad. Su tiempo es finito, deben conseguir el máximo efecto en el mínimo de tiempo. Si les caes en gracia bien, si no, estas jodido. Hay que adorarles; me aburren. Por eso hace tiempo que deje de votar, creo que me sobran conciencia cívica e ideas (políticas y no políticas), pero me cansé de leer programas electorales escritos para tontos. Que no cuenten conmigo, que no actúen en mi nombre, yo no les he autorizado a nada.

Piensa y que no te cojan! (#15M)
Larga vida a Def Con Dos

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