jueves, 22 de diciembre de 2011

Socialización de la teoría de la evolución

Creo que todo blog debe sostenerse a partir de contenidos propios generados por el blogger en cuestión (en este caso yo), no obstante últimamente ando tan escaso de tiempo -y de cabeza en condiciones- que de nuevo voy a "vampirizar" contenidos ajenos. Sé que es poco, pero creo que al menos aporto al blog mi criterio de selección. El post en este caso procede de otro blog, el de Eduald Carbonell, que podéis visitar aquí. La entrada original se titula "Evolución y socialización (7)", espero que os resulte sugerente. Dice así: 

Para conseguir una evolución responsable, una práctica educativa de especie debe de tener en cuenta que el conocimiento emergente, basado en premisas y acontecimientos empíricamente contrastados, nos acerca a la realidad de nuestros comportamientos etológicos y culturales, y por lo tanto, al conocimiento de nuestra consubstanciabilidad como género. 

Es imprescindible conocer esta realidad si queremos humanizarnos, como ya hemos ido planteando en el transcurso de esta serie de artículos sobre la evolución humana y la socialización del conocimiento y la tecnología. La socialización de la teoría de la evolución seguramente ha representado el avance científico y social más importante después de los descubrimientos de Newton en mecánica celeste. 

Para el conocimiento de los comportamientos animales y, sobre todo, para reconocer las leyes que definen el fenómeno del poblamiento animal y vegetal en el planeta, esta teoría aporta el conocimiento básico para entender el todo evolutivo, con la explicación de leyes muy sencillas, pero que en algunos casos no son bien comprendidas ni por supuesto explicadas. 

Charles Darwin

Los descubrimientos que los investigadores en el campo de la prehistoria, venimos haciendo desde hace años, confirman paso a paso las predicciones hechas por el genial Darwin -que vemos en la imagen-, hasta tal punto que nos cuesta creer que realmente la teoría de la evolución sea una teoría, una metateoría o la verdad revelada por el pensamiento humano y contrastada por la experimentación científica. 

Los dogmas no necesitan contrastación, se basan en la fe ciega; las teorías necesitan años y años de análisis y comprobaciones, una práctica continuada que empieza en la observación de lo cotidiano y sigue con el proceso intelectual de aprehensión de la realidad. Es la ciencia como paradigma relacional y como anclaje lo que nos da información y seguridad cuando intentamos conocernos. 

La propia evolución ha dado lugar, después del azar, a la necesidad de dirección y ésta sólo puede ser conducida por la conciencia humana. Sin una buena socialización esto será difícil. Conocer cómo es lo que ocurre, y cómo nos sucede, es reconocer que los procesos pueden ser socialmente incorporados según el grado de desarrollo en un tiempo determinado. Quiere decir ello que podemos modificar conscientemente nuestra humanidad y, por lo tanto, intervenir en los procesos de la vida y de la muerte.

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