domingo, 15 de enero de 2012

Una escapada, un museo, un post.

Bueno, vamos a ver si ésta es la vencida y vuelvo a retomar con cierta frecuencia mis entradas en el blog. Un post cada dos o tres días no iría mal, pero la cosa está difícil. En fin, no es por falta de ideas, pero cuando me pongo delante del teclado la cosa se complica; me cuesta escribir, y no dispongo de tanto tiempo como querría.

Vista el exterior del museo

Aprovechando que este fin de semana lo he tenido más o menos libre, he cogido mi viejo portátil, lo he metido en la mochila y me he subido al autobús. Objetivo: visitar el Museo de la Evolución Humana en Burgos para luego escribir un post con las primeras impresiones... en caliente. Ahora, apenas media hora después de salir, empiezo a darle a la tecla.


Distribución interior.

La primera sensación que experimenté al llegar viene siendo un clásico cada vez que visito uno de estos centros de interpretación de última generación; un edificio de dimensiones colosales que intimida, un continente que empequeñece el contenido, que te distrae de lo importante. 


Detalle del interior. En primer plano, las cajas de las cámaras oscuras.

Probablemente de ahí esa paradójica abundancia de cámaras oscuras, esa suerte de cajas de zapatos -de escala más humana que la del propio edificio- a las que hay que recurrir para lograr esa atmósfera que permite que el visitante comprenda el contexto en que adquieren sentido las piezas y las instalaciones mostradas. No sé, no soy arquitecto, y seguro que mi reflexión no está a la altura, pero resulta un tanto contradictorio. Creo que esa suerte de juego de las muñecas rusas que plantea el edificio no ayuda al fin, al discurso expositivo; de nuevo la Arquitectura compite por el protagonismo, suplantando en este caso a la Arqueología y al resto de disciplinas generadoras del contenido.

En la primera zona estaba prohibido hacer fotos, pero he encontrado esta recreación.

En cualquier caso, sigamos. El Museo de la Evolución Humana de se divide en tres partes fundamentales. La primera -como no- se centra en los hallazgos de Atapuerca y su explicación. Me han gustado los textos escritos; breves, concisos, efectivos. Muy interesante la sala dedicada al Homo Antecessor (no sabía que la denominación viene a significar Hombre explorador, como recordatorio de que fue el primero que exploró Europa), también los apuntes sobre el Homo Heilderbergensis. Si no habéis estado antes, prestad atención por que la piezas de esta zona expositiva son las originales. Llamativa por otro lado resulta la facilidad que demuestran los investigadores de Atapuerca a la hora de apodar ciertas piezas y lugares del yacimiento; la pelvis "Elvis", el bifaz "Excalibur", el craneo "Miguelon", el yacimiento denominado "Hotel California", etc.

80 "Miguelón" Homo antecessor Museo de la Evolución Humana 0511
Cráneo de "Miguelón", un Homo Heilderbergensis (foto de javier1949)


Familia de Homo heilderbergensis  (Mauricio Antón)

La segunda zona, dedicada a la explicación de la ciencia arqueológica y el método de excavación empleado en Atapuerca quizá sea  un tanto breve, pero entiendo que no se puede alargar una visita ya de por sí prolongada (a mi me ha llevado unos noventa minutos). Materiales y textos son de nuevo concisos y correctos. Una única observación quizá anecdótica; resulta paradójico, pero dada la alta tecnología de que se ve se dispone en las labores de registro de campo (parece que las fichas por ejemplo se rellenan directamente en la PDA), se sigue con el sistema de cuadrícula, flexómetro y nivel para georreferenciar los hallazgos. No se, ¿no se podrían emplear técnicas topográficas más avanzadas para estos menesteres? 

Instalación donde se explica el sistema de excavación

Puede que los que hayan visto el museo me pongan a bajar de un burro por la elección, pero el inicio de la tercera parte es mi favorito del museo. Con una reproducción a escala real de una parte del Beagle...[continuará] 

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