Antes de ponerme a escribir una nueva entrada, he vuelto a leer mi último post, quería retomar el discurso del blog más o menos allí donde lo había dejado. Por lo que veo, la cosa no acabó muy bien; mi valoración sobre la última edición del AR&PA no fue demasiado positiva.
Creo sin embargo que tanta negatividad no fue del todo culpa mía; ultimamente ya sabemos como están cosas en el mundo del patrimonio...y os aseguro que están verdaderamente mal (muchos de los que me leéis ya lo habéis comprobado por experiencia directa). Pero ¿hasta que punto -como se repetía en el AR&PA- todo es culpa de la crisis?
Las cosas están mal porque en este país parece que sólo pueden ir bien cuando hay dinero a espuertas que malgastar en iniciativas -de por sí- difíciles de justificar; ya se sabe, cuando hay dinero casi nadie hace preguntas, casi nadie cuestiona nada; no hay necesidad de buscar la calidad o la eficacia por la vía del ingenio, de la gestión responsable, de la autoexigencia o del trabajo concienzudo bien hecho. Cuando sobra el dinero, la calidad, la eficacia, se logran añadiendo ceros a las facturas. Ya lo dice el dicho, lo bueno hay que pagarlo.
Pero ahora que no hay dinero en el mundo del patrimonio, ¿cuántos siguen siendo igual de buenos que antes?, ¿eran buenos, o parecían buenos porque accedían facilmente a los recursos?¿está en el dinero el secreto de la calidad?
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