Ocho horas de vuelo transatlántico dan para mucho (aunque
todo tu espacio vital se reduzca a unos escasos metros cuadrados y el vecino de
asiento al otro lado del pasillo no deje de roncar). Aun son unos 3500 km los
que nos separan del nuevo mundo... creo que tengo tiempo para escribir un nuevo post (¡tres en
cuatro días, no creo que pueda seguir a este ritmo!)
Qué distinto tuvo que ser el viaje de los primeros colonos holandeses
que decidieron asentarse en aquel esquinado brazo de tierra situado en el extremo
sur del islote que los indios nativos llamaban Manhattan. Meses de incierta
travesía oceánica en pos de un continente que apenas nadie conocía. Con todo, sabían que Manhattan era un lugar privilegiado para
establecer un puerto que controlase los flujos comerciales con Europa, de modo
que, apenas transcurridas las primeras décadas del siglo XVII, un puñado de
hombres y mujeres fundaron allí la ciudad de Nueva Ámsterdam, nombre que conmemoraba el de su propia metrópoli de origen. Esta Nueva Ámsterdam pasó sin embargo a
la historia bajo la denominación que posteriormente le impusieron los ingleses cuando se apoderaron de ella. Hablamos Nueva York.
"Curiosamente", la historiografía inglesa sobre los orígenes de NY dejo caer
en el olvido aquellos modestos orígenes holandeses, del mismo modo que los
propios colonos holandeses olvidaron la historia de los que les precedieron
en el lugar. Como es evidente, estos 'curiosos' descuidos rara vez son casuales y tienen que ver con la necesidad de justificar la imposición de lo nuevo sobre lo viejo. Era una forma de decir: "hasta que nosotros llegamos no había nada importante, nosotros convertimos este lugar en algo que merece la pena, eso legitima nuestro poder sobre esta tierra".
Genéricamente, los holandeses se referían a sus predecesores
como ‘indios’, expresión popularizada por Colón, que en su errónea creencia de
haber llegado a las indias orientales, entendió que los moradores de aquellos
territorios eran nativos del entorno de la India. No obstante la documentación holandesa
conservada permite introducir algunos interesantes matices. Algunos registros de
la primera época hablan expresamente de los “manhattanitas’ (en lengua ‘delaware’,
‘manahata’ significa ‘isla montañosa’ o simplemente ‘isla’), miembros de una tribu indígena
que al parecer compartió el territorio de la isla con los primeros europeos. Estos ‘manhattanitas’ eran
una tribu norteña del grupo de los 'lenapes leni' que culturalmente debía guardar grandes diferencias con respecto a las
tribus iroquesas de los ‘mohawks’, éstas, habitaban en los bosques inmediatos a Manhattan, al otro lado
del Harlem River.
Manhattan fue una isla muy boscosa
En cualquier caso, y si bien no hay pruebas concluyentes de ello, todos los indicios apuntan a que los holandeses superpusieron su asentamiento directamente sobre el Manhattan de los nativos. Probablemente estos últimos ya venían
disfrutando desde tiempo inmemorial de las ventajas estratégicas del enclave
¿Por qué los holandeses no iban a aprovecharlas?
En fin, ahora que iniciamos el descenso hacia el JFK, se empieza a entrever el perfil de la costa manhanita. Aparentemente poco o nada queda de aquellos exuberantes bosques con que se encontraron los colonos, pero tengo la curiosidad ¿qué habrá quedado de aquella primitiva Manhattan?
En fin, ahora que iniciamos el descenso hacia el JFK, se empieza a entrever el perfil de la costa manhanita. Aparentemente poco o nada queda de aquellos exuberantes bosques con que se encontraron los colonos, pero tengo la curiosidad ¿qué habrá quedado de aquella primitiva Manhattan?
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