miércoles, 1 de enero de 2014

¿Por qué el año empieza el 1 de Enero?

La mayoría de veces, cuando pasa mucho tiempo y no he publicado en el blog, suele ser porque ninguna de las dos o tres entradas que tengo a medio escribir acaba de convencerme, y no acaban de convencerme porque con demasiada frecuencia al redactar me meto en 'jardines' de los que luego no soy capaz de salir.

Esos 'jardines' normalmente tienen que ver con que al tratar un tema procuro estar bien documentado y eso exige su tiempo. Tengo que contrastar fuentes y ver por qué, hasta para las cuestiones más peregrinas, existen tantos datos contradictorios (sobre todo en internet hay mucha, pero que mucha, información basura).

Farmer’s calendar
Calendario de época romana tallado en piedra
(Museo della Civiltà Romana, copia realizada en 1930)
Sé que esto del blog no deja de ser otra cosa que un divertimento, sé que quizá me debería preocupar algo menos al contrastar informaciones. Si fuera algo más pragmático ahorraría tiempo y aceptaría algo que es bastante evidente; en esto de Internet vale más la frecuencia que la calidad de los datos. Con todo, ese testarudo incorregible que llevo dentro me sigue esclavizando, y sigo en las mismas, erre que erre. Aquí me ha pasado un poco eso, y total, para escribir sólo tres o cuatro párrafos.

En realidad hoy quería aprovechar para hablar del ‘por qué’ de que celebremos la llegada del 1 de Enero, que es tanto como preguntarse sobre el ‘por qué’ de que el año empiece en esa fecha y no en otra. Intuitivamente yo suponía que había alguna razón de índole astronómica que hacía de este un día especial -y mucho de eso hay-, pero al indagar un poco sobre el tema he comprobado que, como casi siempre, los días se marcan en rojo más por razones culturales que por razones naturales.

Veamos. Como es sabido, nuestro calendario actual es el llamado ‘calendario gregoriano’, que quedó oficialmente establecido allá por el año 1582. Este ‘calendario gregoriano’ era en realidad una reelaboración que tenía la intención de corregir algunas inexactitudes del hasta entonces corriente ‘calendario juliano’, inexactitudes que con el paso de los siglos habían provocado un importante desfase de varios días con respecto a los comienzos ‘reales’ (es decir, astronómicos) de las estaciones.

Entre las modificaciones que se introdujeron en 1582 no estuvo el cambio de la fecha de inicio del año, que se mantuvo tal como en origen había quedado contemplado en el ‘calendario juliano’. Este calendario fue instituido por Julio César en el 45 a.C., y ya incorporaba el 1 de Enero como primer día del mismo, ¿pero siempre fue así? Evidentemente no.

Con anterioridad a Julio César los romanos habían ido poco a poco introduciendo modificaciones sobre un calendario de inmemorial origen cuya elaboración era atribuida al propio Rómulo. Una de las más sustanciales reformulaciones de aquél se produjo aparentemente en tiempos del rey Numa (753-674 a.C); pues bien, entre las novedades que se establecieron con el conocido ‘calendario de Numa’ se contaba la de que ¡el 1 de Marzo era el día en que empezaba el año!

Sesión del Senado Romano
Durante seis siglos el sistema de calendación no sufrió grandes cambios, pero en el año 153 a.C. (más o menos una centuria antes de la oficialización del ‘calendario juliano’), se fijó el 1 de Enero como la fecha en que entrarían en funciones los nuevos cónsules que se elegían cada año. Esta modificación en principio sólo afectó a la costumbre político-administrativa, pero dada la profunda repercusión que tenía la elección de los cónsules en el normal desarrollo socio-político de Roma (huelga recordar que en tiempos de la República estos eran sus máximos dirigentes), este nuevo uso acabó marcando el pulso vital de los romanos, lo que finalmente forzó el traslado a esa fecha del 1 de Enero el principio del calendario anual.

En conclusión, que si ayer celebramos la entrada del nuevo año 2014 es porque hace unos 2200 años el estado romano estableció el 1 de Enero como fecha de inicio de la legislatura de sus máximos dirigentes, los cónsules; desde entonces repetimos lo mismo todos los años, y la mayoría no sabemos ni por qué (por cierto, la mayor parte de la información la he obtenido de García Larragueta, en concreto de su obra de 1976 titulada ‘Cronología (Edad Media)’). Urte berri on!!

1 comentario:

  1. Ángel me ha mandado este interesante comentario por mail (problemas técnicos le han impedido publicarlo a él):
    "Creo que esa distorsión de dos meses entre la toma del cargo de iure y de facto por parte de los magistrados se debía a lo que tardaban muchos de ellos en desplazarse a Hispania, esa península codiciada inicialmente tanto por cartagineses como por romanos y que en el siglo II d.C. ya formaba parte en su mayoría de la órbita romana. Parece de la impuntualidad va en los genes ibéricos...

    También esa distorsión de dos meses es la culpable de que septiembre (VII) sea actualmente el noveno mes, octubre (VIII) el décimo, etc. De hecho el quinto mes del año -Quintilis- acabó llamándose Julio en honor de Julio César.

    La verdad es que no hay ninguna razón objetiva para que el año empiece el año el 1 de enero, quizá la proximidad del Perielio (cuando estamos más cerca del sol, hacia el 4 de enero), aunque los romanos no tuvieron la capacidad para poder determinar este dato y además justo antes del calendario gregoriano esta peculiaridad astronómica quedaba algo más basculada hacia diciembre (finales, en cualquier caso). A mi juicio, lo lógico es que el año comenzara con el Solsticio de Invierno y los meses estuvieran distribuidos como los del calendario revolucionario francés, más o menos coincidiendo con los signos del Zodiaco".

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