domingo, 20 de marzo de 2016

El misterio de Santa Ana y los toros (IX).

Hasta ahora todas las referencias que había recopilado sobre Santa Ana en Vitoria eran más o menos indirectas, a veces bibliográficas, a veces toponímicas. Hace no muchos días sin embargo encontré en un antiguo artículo de A. Bombín -titulado "La administración del municipio de Vitoria durante el reinado de Felipe III"- la primera referencia extraída directamente de un acta municipal del año 1605.

Desgraciadamente Bombín no reproduce textualmente el enunciado del registro al que se refiere, pero al menos nos describe qué es lo en él se cuenta. Dice así; "las grandes fiestas se celebraban en San Juan y Santa Ana. En ambas fiestas se celebraban corridas de toros (de 6 a 8 entre las dos) con 'toreadores' y caballeros con garruchas; solían celebrarse en la plaza, mediante maderas, se encargaba a los carpinteros y el municipio pagaba los gastos. En estos días se disparaban también salvas de arcabuces, mosquetes, etc."


Figura 1

Efectivamente, no creo que nadie se sorprenda al saber que las corridas de toros se documentan en Vitoria ya desde la Edad Media. Sin ir más lejos, en el interior de la propia Catedral de Santa María -es decir, en las inmediaciones de la plaza donde solían celebrarse estos festejos- aún se conserva un testimonio gráfico de ello. Me estoy refiriendo a dos escenas que adornan el collarín de una de las columnas de la nave sur del citado templo, dos escenas que datan de la segunda mitad del siglo XIII.

La primera de ellas (figura 1) nos muestra a un hombre picando con su lanza a un toro. La segunda es un poco más compleja (figura 2), pero se aprecia sin dificultad cómo un grupo de perros acosa a otro toro, un toro que se retuerce mientras un hombre le tiene agarrado por el rabo.

Figura 2

Al parecer este tipo de festejos eran de lo más frecuente en época medieval. Eukene Martínez de Lagos, en su trabajo "Ocio, diversión y espectáculo en la escultura gótica navarra" advierte sin embargo que las informaciones de esa época -al menos las disponibles en Navarra- son un tanto confusas y dificultan reconstruir con precisión en qué consistía la lidia.

Apunta Eukene que al parecer no existía el toreo a pie propiamente dicho; eran los caballeros los que toreaban desde sus monturas. Aparte de ellos "tenemos por un lado la presencia de perros de presa o agarre, cuya misión parece ser la de acosar y cansar al bóvido para que el matatoros pudiera desempeñar mejor su suerte, así como la de ayudantes o subalternos, que por un lado coleaban al toro y por el otro intentaban apuntillarlo". Por lo tanto, salvo por la escena del caballero 'toreador' -que falta- puede decirse en conclusión que lo que tenemos en el collarín de la catedral son dos viñetas de una misma corrida.

[Continuará...]

Atención! Si pinchas aquí puedes leer todos los posts anteriores de la serie sobre Santa Ana.

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