En un reciente artículo, Baltasar Cuart (investigador de la Universidad de Salamanca) ha sacado a la luz un conjunto de documentos salmantinos que sin embargo resultan de gran interés para todos aquellos que nos interesamos por la historia de Vitoria y Álava. Hablamos de una serie de registros que dan cuenta del enfrentamiento entre dos de las familias más importantes de nuestra ciudad a principios del siglo XVI; los Adurza y los Esquivel.
Aunque tal rivalidad parece que venía de lejos, en el caso concreto que nos ocupa, la disputa se daba concretamente entre Pedro de Adurza y Pedro de Esquibel, ambos, estudiantes en Salamanca desde aproximadamente el año 1505. El episodio es muy curioso, pero largo de relatar, de modo que lo dejaré para otro post, hoy quiero centrarme en la biabuela de Pedro Esquivel a la que se cita en dicha documentación.
Se llamaba Teresa Gómez Berganzo y vivió a mediados del siglo XV. Dice de ella Baltasar Cuart: "Esta mujer, que había vivido en la 'calle de la Carnicería' y que provenía de una familia de artesanos ricos (tenía un hermano 'carpintero', que hizo una ventajosa boda), había dejado una cierta impronta en la memoria popular [de los vitorianos]. Varios testigos coinciden en describirla como 'mujer caballerosa, ynchida de gracia, que bivía en la dicha cibdad de Vitoria e traya sus bestidos e la toca a fuer de la tierra' y, además, 'ablaba bascuence'".
Este último detalle es el que hoy quería destacar, no tanto porque sea un dato más que añadir a las escasas noticias de que disponemos para conocer cuál era el uso del euskera en la Vitoria medieval, sino porque, al parecer, hablar en euskera tenía un valor añadido en la sociedad de aquel tiempo, un valor que -yo al menos- ni sospechaba.
Al parecer la opinión común de la época, incluida la del 'colegial pesquisidor' (Antonio Aguilar, venido desde Salamanca para comprobar los antecedentes de Pedro de Esquivel), era que hablar el idioma vernáculo constituía una buena prueba de ser cristiano viejo, es decir, era una prueba de que la familia del investigado no había emparentado con judíos conversos. Tanto es así que el pesquisidor insiste en preguntar a los viejos de Vitoria si Teresa hablaba euskera 'bien sueltamente'. Quería de ese modo asegurarse y saber hasta qué punto era nativa, a lo que los interrogados respondían que sí, que Teresa 'sabia hablar romance e bascuence'.
Huelga decir que en aquellos tiempos ser descendiente de conversos era un impedimento para alcanzar títulos, oficios y cargos públicos, pues popularmente existía la idea de que, la mayoría de los judíos que se habían convertido al cristianismo en época de los Reyes Católicos, lo habían hecho falsamente. Como he dicho lo contaré en otro post, pero lo cierto es que -al menos en un principio- Pedro de Esquivel tomó ventaja en su disputa frente a Pedro de Adurza precisamente gracias a su abuela Teresa.
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