jueves, 4 de agosto de 2011

Sorpresa enclaustrada

A todos nos gustan los pequeños descubrimientos, las sorpresas; de hecho, creo que esa búsqueda de lo imprevisto es la razón última que nos impulsa salir de casa y viajar. Con todo, cada vez es más difícil que algo nos sorprenda, incluso cuando viajamos. Los medios de comunicación, las guías turísticas, y sobre todo internet (los bloggers), han convertido el mundo en un bestial parque temático al que podemos acceder fácilmente; cualquier continente es ahora más accesible, pero también más predecible.

Torre de Belém

Así las cosas, lo malo del tema es que estoy empezando a dudar sobre si los lugares que visito son en efecto los que libremente elijo, o si por el contrario, son aquellos que -por activa o pasiva- todos esos medios y guías turísticas han metido en mi cabeza, sin que por supuesto yo me haya dado cuenta.

Por ejemplo, hoy hemos estado visitando la Torre de Belém, en mi opinión un lugar completamente prescindible que sin embargo es una de las cartas de presentación de Lisboa. El dilema que me planteo es el siguiente; ¿aunque no me interese, puedo volver a casa y decir que he estado en Lisboa sin ver la Torre de Belém?, ¿podría acaso volver de China sin ver la muralla, o quizá pasar del Coliseo si estoy en Roma?
Claustro de la Sé de Lisboa

Aunque pueda parecer una burrada, en mi opinión la respuesta debería ser afirmativa; podemos volver sin ver aquello que supuestamente es lo importante. Cada uno es como es y tiene las preferencias que tiene, a unos nos gustan unas cosas y a otros otras. Lo que no es lógico es que todos -ni siquiera la mayoría- coincidamos en los mismos tópicos (en este mismo blog ya he apuntado que, a uno que le interese la vida en la antigua Roma, antes le aconsejaría dar un garbeo por el Museo della Civiltà Romana que visitar la mayoría de los monumentos arqueológicos del centro de la ciudad).

Por eso, en la linea de aconsejar cosas fuera de lo oficialmente aconsejado, os diré que si os pasáis por Lisboa estaría bien que conociéseis la Catedral (mucho mejor por ejemplo que subir al Castelo de Sao Jorge), y si dentro de ella tenéis dudas de abonar los 2 € que cuesta pasar al claustro, os recomendaría que los pagáseis porque -a diferencia de otras ocasiones- en este caso merece la pena, aunque sólo sea por ver la megaexcavación que lleva años abandonada allí en medio.


Excavaciones en el claustro de la Sé
No os creáis; que esa excavación siga aún abierta sin que nadie trabaje en ella es sencillamente fruto de la desidia. Pero aunque sólo un par de escuetos paneles explican los hallazgos, creo que en pocos lugares como éste es posible percibir de un sólo vistazo la majestad de la estratificación de una ciudad. Entre el claustro medieval que pisamos y los niveles de época fenicia de la parte inferior del yacimiento, distan casi siete metros, ¡eso significa 30 siglos de historia ininterrumpida a 4 años por centímetro! ¿Alguien da más? : )

1 comentario:

  1. Al menos tienen algún cartel...parece que en nuestra ciudad suele haber menos ganas de ponerlos y más de tapar o construir...

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